miércoles, 29 de diciembre de 2010

Dúo Wagner-Taján - Alma Redonda (2007)

Músicos:

Vilma Wagner: piano, pezuñas, caja chayera, voz
Octavio Taján: guitarra, voz

Con:

Mariano Tiki Cantero: percusión
Hugo Figueras: violoncello

Tracklist:

01 - Amarraditos(vals)Margarita Durán y Pedro Belisario Pérez
02 - Sencillito y de Alpargatas(gato)Los Arroyeños
03 - Huella mora(aire de huella)Carlos Aguirre
04 - Solo Luz(huayno)Raul Carnota
05 - Me llaman La carbonera(chacarera)Julián Cachilo Díaz
06 - El Silbador(zamba)Gustavo Chuchi Leguizamón
07 - La del Duende(chacarera)Octavio Taján
08 - Alma redonda(huayno)Octavio Taján
09 - Te'i vuelto a ver(vidala)Carlos Carbajal
10 - Buena yunta(bailecito)Juan Falú
11 - La Mariposa(candombe)Juan Carlos Maddio
12 - Ojitos de Luna(aire litoraleño)Octavio Taján
13 - Carnavalito del duende(carnavalito)Gustavo Leguizamón
14 - Baguala del Alfajorcito(baguala)Gustavo Chuchi leguizamón
15 - Canción del jangadero(canción litoraleña)Eduardo Falú







Con toda la delicadeza posible Vilma Wagner y Octavio Taján bordaron esta serie de ondulantes canciones que si se las escucha con los ojos cerrados le permiten al oyente perderse por la vasta superficie del territorio argentino. En los cincuenta minutos que forman esta placa hay gato, huellas, huaynos, chacareras, zambas, vidalas, canciones litoraleñas... un recorrido delicioso con una musicalidad delicada, verde, refrescante. 

La mayoría del material registrado fue compuesto por maestros del folklore nacional y es lucidamente ejecutado por estos jóvenes que son pareja más allá de la música. Se conocieron en el Conservatorio de Bellas Artes platense y fueron una de las revelaciones del festival de Cosquín de 2002. Ella toca percusión y piano, es integrante de Fulanas Trío, y nació en Azul, pueblo de la Provincia de Buenos Aires; él es un guitarrista oriundo de la rionegrina ciudad de Cipoletti. Cuando cantan acoplan sus afinadísimas voces de modo tal que parecen seducirse y acariciarse todo el tiempo. No intentan renovar el género, pero es evidente que hay cierto esfuerzo por hacer que las canciones que reinterpretan tengan una clara huella personal basada en esa manera tan perfecta de ensamblar sus timbres de voz. 

El disco abre con "Amarradita", un valsecito de Margarita Durán y Pedro Belisario Pérez donde las voces juegan, inteligentemente, a mezclarse sin llevar el mismo tiempo. Después llega el gato clásico de los Arroyeños "Sencillito y de alpargatas", también con interesantes arreglos vocales. El tercer tema, "Huella Mora", es del joven compositor Carlos Aguirre y le permite a Vilma lucirse al ser íntegramente cantado por ella. Junto al siguiente track, "Solo luz" (de Raúl Carnota), conforman los puntos más lúgubres de la placa; estas canciones hablan de recuerdos que se alejan, esperanzas que se entierran y penas sobrevolando el aire. En la chacarera instrumental "Me llaman la carbonera" (de Julián "Cachilo" Díaz) generan un espacio enérgico pero limpio. Y la zamba "El silbador" es la perla del disco: silenciosa, ideal para el atardecer. 

Las tres composiciones de Taján lo muestran como un autor sólido: en "La del duende" se presenta como un novato en eso de escribir chacareras y, algo inocente, le pide permiso a los santiagueños para entrarle al género; el tema que titula al álbum es un huayno donde invitan al desconocido a sumarse a la ronda y cantar; y "Ojitos de luna", una canción suave como una brisa, es la única en la que la voz del muchacho tiene el protagonismo absoluto. 

Sobre el final los intérpretes se animan a una versión a capella de "Te'i vuelto a ver" (de Carlos Carabajal) y consiguen un resultado mágico. A ella le pegan un instrumental firmado por Juan Falú, "Buena yunta", en el que muestran una linda combinación de piano y guitarra. Los aires rioplatenses llegan de la mano de un candombe clásico del azuleño Juan Carlos Maddio, "La mariposa"; esta canción se hizo popular durante la segunda mitad de los '90 al ser interpretado por Facón. El "Carnavalito del duende" (de Cuchi Leguizamón) y la "Baguala del alfarcito" fotografían la vida del campesino norteño. Así llegamos a la despedida, una encantadora versión de "La canción del jangadero" (de Eduardo Falú) donde brillan las cuerdas del violoncello de Hugo Figueras. 

Es digna de mención la notable presentación del disco, cargada de cálidas ilustraciones de la artista platense Ema Pérez. Y el registro de estudio, elaborado por Fernando Chalup y Mauricio Zubiri, es igualmente impecable. El resultado de un año de grabaciones e infinitas noches de intercambio de ideas es gratificante: música dulce que cuando pasa por los oídos deja una sensación candente en el alma. 








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